“Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la
desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha.
Y el siervo se llamaba Malco.” Jn 18:10. Pedro fue el
único que reacciona cuando su maestro iba ser preso, su impulsividad hizo que
cortara la oreja del soldado. Probablemente
había heredado ese fuerte temperamento de sus padres, pero ahora era el momento
de heredar el temperamento del padre celestial, que son el controle proprio e
la mansedumbre.
Pedro quería resolver
la situación utilizando la fuerza la violencia y agresión. En esta actuación
tornase muy notorio la bravura y valentía de un gran líder dispuesto a utilizar
la fuerza para librar a su maestro y salvar su iglesia, a la vez tornase visible
una mala conducta contaminada por ira, y descontrol emocional.
Jesús le reprende, y le
enseña que tiene el control de la situación. Compasivamente Jesús cura al
soldado, demostrando que la piedad es mejor que la violencia.
Debemos comprender y
reconocer que los mejores hombres pueden tener debilidades de carácter. De
todos los dirigentes de la iglesia primitiva que deberían haber comprendido el
propósito de llevar el evangelio a los gentiles, Pedro era el más responsable.
Dios le había dirigido milagrosamente al encontrarse con Cornelio, lo cual
debería haber sido prueba convincente de que los gentiles deberían ser
incluidos en la fe cristiana.
El proprio Pedro se
había dirigido elocuentemente al Concilio de Jerusalén y había convencido a la
asamblea para que escucharan pacientemente a Pablo y Bernabé con respecto a su
obra entre los gentiles (Hech. 15:7-11). Durante el concilio, el Espíritu Santo
dirigió a los apóstoles para aceptar el hecho de que no debían obligar a los
gentiles a obedecer la ley ceremonial judía.
Una de las
intervenciones que mejor es presentada la coordinación de Pedro destacase la del
Concilio en Jerusalén, “Después de mucha
discusión, se levantó Pedro y les dijo: Varones
hermanos, vosotros sabéis que desde los primeros días, Dios escogió de entre
vosotros que los gentiles oyeran por mi boca la palabra del Evangelio y
creyeran…”. (Hch. 15:7-11). En este relato el apóstol Pedro vendo una gran
discusión relacionada a la discriminación de los gentiles, interviene de forma
muy categórica y en el siguiente verso vemos la reacción de los que allí
estaban: “Entonces toda la asamblea
calló.” (Hch.15:12a).
En la primera época de la iglesia
(Cap. 1–12 de Hch.), Pedro asume como el vocero del grupo apostólico, pero no hay indicación alguna
de que asumiera algún tipo de
autoridad que no ejercieran también los demás apóstoles.
Pedro sin sombra de dudas
fue y sigue siendo un gran ejemplo de servidor eclesiástico, aunque haya
cometido algunos errores, jamás desistió de su compromiso con el evangelio,
hizo tan bien su trabajo bajo el deseo y la voluntad del Señor, que las
personas expresaban respecto y reconocimiento a él como buen administrador de
Cristo: “Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de
hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los
ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese
sobre alguno de ellos.” (Hch 5:14-15).
No hay comentarios:
Publicar un comentario