Sermón del Monte
y la Ley
Mat. 5,6 y 7.
La ley dada por Dios en el monte Sinaí fue y continúa siendo en nuestros días un tema de muchas polémicas en medio del cristianismo. Algunos se ponen por encima de la ley de Dios creyendo que por su posición o su autoridad le da autonomía y poder para este acto, otros por conveniencia al tipo de vida que llevan prefieren adaptar la ley a su gusto, otros muchas veces dan a la ley una importancia superior a los ideales que Dios espera que cumplamos, algunos adquieren tanto celos por la ley que llegan al extremo del legalismo. Hay también aquellos que hacen una mala interpretación de las cartas paulinas y afirman que la ley de Dios pierde completamente su valor y deja de tener utilidad después de la muerte de Cristo.
y la Ley
Mat. 5,6 y 7.
La ley dada por Dios en el monte Sinaí fue y continúa siendo en nuestros días un tema de muchas polémicas en medio del cristianismo. Algunos se ponen por encima de la ley de Dios creyendo que por su posición o su autoridad le da autonomía y poder para este acto, otros por conveniencia al tipo de vida que llevan prefieren adaptar la ley a su gusto, otros muchas veces dan a la ley una importancia superior a los ideales que Dios espera que cumplamos, algunos adquieren tanto celos por la ley que llegan al extremo del legalismo. Hay también aquellos que hacen una mala interpretación de las cartas paulinas y afirman que la ley de Dios pierde completamente su valor y deja de tener utilidad después de la muerte de Cristo.
En realidad ¿Qué
utilidad tiene la ley? ¿Cual es la importancia de la ley para Jesús? Como Jesús
aborda el tema de la ley en la sermón del monte, presentado en Mateo 5,6 y 7?
Trataremos de profundizar un poquito más nuestro conocimiento en este precioso
discurso donde Cristo se manifiesta con poder y autoridad.
“El Sermón del Monte es una bendición del cielo para el mundo, una voz
proveniente del trono de Dios. Fue dado a la humanidad como ley que enunciara
sus deberes y luz proveniente del cielo, para infundirle esperanza y
consolación en el desaliento; gozo y estímulo en todas las vicisitudes de la
vida. En él oímos al Príncipe de los predicadores, el Maestro supremo,
pronunciar las palabras que su Padre le inspiró.”[1]
A. No vino anular (Mat. 5:17-19)
No
era misión de Jesús anular la ley y los profetas. Jesús hizo una advertencia
solemne casi al comienzo del sermón del monte, en el cual presento la ley dada
por Dios en el Sinaí, por ocasión de la primera alianza a la luz de la gracia
de la nueva alianza: “No piensen que he venido a anular la ley o los profetas;
no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento” (Mat 5:17)
Jesús
el Mesías de Israel, puesto que el mayor en el Reino de los Cielos, tenía el
deber de cumplir la ley, ejecutándola en su integridad hasta sus mínimos
preceptos, según sus propias palabras. Él es el único que consiguió cumplirla
con su perfección. En Jesús, la ley no parece grabada en tablas de piedra, pero
si dentro en el corazón. “Pero éste es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer 31:33)
“No es posible imaginar, con la venida de Cristo, ninguna abrogación de
la ley; puesto que es la regla perpetua para vivir santamente de acuerdo con
Dios, es necesario que sea inmutable como la justicia de Dios, que Dios ha
incluido en dicha ley.” [2]
B.
Vino a Cumplir
Dar
el cumplimiento a la ley nos hace pensar, que la misma no había llegado aun a su desarrollo categórico, que era un
comienzo o una parte a ser completada.
En
lo que Jesús se manifiesta cuando dice: “no
vine abrogar, sino a dar cumplimiento”, debemos entender el cumplimiento en
dos formas diferentes:
· Jesús representaba a la Toráh,
Ley o mejor diciendo al AT en su totalidad, vino a dar el cumplimento a las
profecías mesiánicas, presentadas por los profetas.
·
“En cuanto a la ley moral de
los diez Mandamientos, Jesús la cumplió al revelar todas sus virtualidades. El
verbo griego pleróo, cumplir, significa ‘alcanzar la madurez’. Es decir, que el
cumplimiento sobrepasa con mucho una conformidad exterior.”[3]
La misión de Jesús no se centra
únicamente en cumplir la ley sino en “darles «plenitud», dar plenitud: Este
término no puede referirse a una simple observancia literal: los seis ejemplos
siguientes niegan semejante interpretación simplista. «Dar plenitud» significa
llevar la Ley a su perfección, darle por fin aquello que, según creencia de los
fariseos, ya poseía. Jesús afirma indirectamente que la Ley es imperfecta, que
no está acabada; él la perfeccionará y completará.”[4]
C.
Ampliar
Jesús abordó el tema de la ley
con el designio de dar el valor que a ella le correspondía no a la letra sino
al propósito o finalidad de ella. “Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y
engrandecerla.” (Is.42:21). Jesús amplió la
letra de la ley para el espíritu de la ley.
Enseño la ley en su verdadera esencia, Jesús fue más allá de la letra,
fue más allá de los mínimos. (Mt. 5:21-48).
“La
forma que Jesús se refiere a la ley muestra que no la considera ni una realidad
caduca, ni un código inamovible. Sus repetidos ‘oísteis que fue dicho pero yo
os digo’ (Mat. 5:21,22, etc.) revelan que para él la Ley es a la vez absoluta
en sus demandas y relativa en su formulación. Así, no haber asesinado a nadie
no significa haber cumplido el espíritu del “No matarás”, pues ciertas maneras
de tratar nuestros semejantes son criminales. Hay palabras asesinas y silencios
homicidas. No basta con abstenerse de cometer acciones extremas. Lo que cuenta
es la calidad de nuestro comportamiento habitual (Mat. 5:21-26).”[5]
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