domingo, 20 de mayo de 2012

Sermón del Monte y la Ley

Sermón del Monte
y la Ley

Mat. 5,6 y 7.

La ley dada por Dios en el monte Sinaí fue y continúa siendo en nuestros días un tema de muchas polémicas en medio del cristianismo. Algunos se ponen por encima de la ley de Dios creyendo que por su posición o su autoridad le da autonomía y poder para este acto, otros por conveniencia al tipo de vida que llevan prefieren adaptar la ley a su gusto, otros muchas veces dan a la ley una importancia superior a los ideales que Dios espera que cumplamos, algunos adquieren tanto celos por la ley que llegan al extremo del legalismo. Hay también aquellos que hacen una mala interpretación de las cartas paulinas y afirman que la ley de Dios pierde completamente su valor y deja de tener utilidad después de la muerte de Cristo.
En realidad ¿Qué utilidad tiene la ley? ¿Cual es la importancia de la ley para Jesús? Como Jesús aborda el tema de la ley en la sermón del monte, presentado en Mateo 5,6 y 7? Trataremos de profundizar un poquito más nuestro conocimiento en este precioso discurso donde Cristo se manifiesta con poder y autoridad. 
“El Sermón del Monte es una bendición del cielo para el mundo, una voz proveniente del trono de Dios. Fue dado a la humanidad como ley que enunciara sus deberes y luz proveniente del cielo, para infundirle esperanza y consolación en el desaliento; gozo y estímulo en todas las vicisitudes de la vida. En él oímos al Príncipe de los predicadores, el Maestro supremo, pronunciar las palabras que su Padre le inspiró.”[1] 
A.   No vino anular (Mat. 5:17-19) 
No era misión de Jesús anular la ley y los profetas. Jesús hizo una advertencia solemne casi al comienzo del sermón del monte, en el cual presento la ley dada por Dios en el Sinaí, por ocasión de la primera alianza a la luz de la gracia de la nueva alianza: “No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento” (Mat 5:17)
Jesús el Mesías de Israel, puesto que el mayor en el Reino de los Cielos, tenía el deber de cumplir la ley, ejecutándola en su integridad hasta sus mínimos preceptos, según sus propias palabras. Él es el único que consiguió cumplirla con su perfección. En Jesús, la ley no parece grabada en tablas de piedra, pero si dentro en el corazón. “Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer 31:33) 
No es posible imaginar, con la venida de Cristo, ninguna abrogación de la ley; puesto que es la regla perpetua para vivir santamente de acuerdo con Dios, es necesario que sea inmutable como la justicia de Dios, que Dios ha incluido en dicha ley.” [2] 
 B.  Vino a Cumplir 
Dar el cumplimiento a la ley nos hace pensar, que la misma no había llegado  aun a su desarrollo categórico, que era un comienzo o una parte a ser completada.
En lo que Jesús se manifiesta cuando dice: “no vine abrogar, sino a dar cumplimiento”, debemos entender el cumplimiento en dos formas diferentes: 
·  Jesús representaba a la Toráh, Ley o mejor diciendo al AT en su totalidad, vino a dar el cumplimento a las profecías mesiánicas, presentadas por los profetas. 
· “En cuanto a la ley moral de los diez Mandamientos, Jesús la cumplió al revelar todas sus virtualidades. El verbo griego pleróo, cumplir, significa ‘alcanzar la madurez’. Es decir, que el cumplimiento sobrepasa con mucho una conformidad exterior.”[3] 
La misión de Jesús no se centra únicamente en cumplir la ley sino en “darles «plenitud», dar plenitud: Este término no puede referirse a una simple observancia literal: los seis ejemplos siguientes niegan semejante interpretación simplista. «Dar plenitud» significa llevar la Ley a su perfección, darle por fin aquello que, según creencia de los fariseos, ya poseía. Jesús afirma indirectamente que la Ley es imperfecta, que no está acabada; él la perfeccionará y completará.[4] 
C.   Ampliar 
Jesús abordó el tema de la ley con el designio de dar el valor que a ella le correspondía no a la letra sino al propósito o finalidad de ella.  Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla.” (Is.42:21). Jesús amplió la letra de la ley para el espíritu de la ley.  Enseño la ley en su verdadera esencia, Jesús fue más allá de la letra, fue más allá de los mínimos. (Mt. 5:21-48). 
“La forma que Jesús se refiere a la ley muestra que no la considera ni una realidad caduca, ni un código inamovible. Sus repetidos ‘oísteis que fue dicho pero yo os digo’ (Mat. 5:21,22, etc.) revelan que para él la Ley es a la vez absoluta en sus demandas y relativa en su formulación. Así, no haber asesinado a nadie no significa haber cumplido el espíritu del “No matarás”, pues ciertas maneras de tratar nuestros semejantes son criminales. Hay palabras asesinas y silencios homicidas. No basta con abstenerse de cometer acciones extremas. Lo que cuenta es la calidad de nuestro comportamiento habitual (Mat. 5:21-26).”[5]


[1] WHITE, Ellen G., El Discurso Maestro de Jesús.  Sermón del Monte, BCA, 2011.
[2] VAUCHER, Alfred F.,  La Historia de la Salvación, Madrid: SAFELIZ, 1988,  p. 197.
[3] Ibíd. VAUCHER, p. 196.
[4] Comentario Bíblico San Jerónimo, Madrid: Cristiandad, 1971, p. 181.
[5] BADENAS, Roberto., Más Allá de la Ley, Madrid: SAFELIZ, 2000, p.214.

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